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mayo 2016

Si ya no somos capaces de imaginar un futuro mejor, estamos jodidos

in La revolucion positiva by

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El Mundo  – 29/04/2016

El activista Cyril Dion, reconvertido en director de cine, es el responsable junto con Mélanie Laurent del documental ecologista ‘Mañana’, financiado gracias a una campaña de micromecenazgo

A los humanos hay dos cosas que se nos dan de maravilla: destruir el medio ambiente y recrearnos en futuros apocalípticos. Somos así, qué se le va a hacer. Sentimos cierta atracción por la catástrofe, como si fuera irreversible, y le dedicamos películas de ficción y estudios científicos cuyas conclusiones deberían obligarnos a no salir nunca más de la cama. Pero todavía hay tiempo, gritan algunos. Son activistas como Cyril Dion, reconvertido en director de cine, los que con cierto voluntarismo apuestan por ver el lado positivo de las cosas, por muy negro que pinte el panorama. Junto a la actriz, cantante y directora Mélanie Laurent (Malditos bastardos), es el responsable del documental ecologista Mañana, surgido a raíz de un terrorífico ensayo publicado en la revista Nature. Según ese estudio, una parte de la población desaparecerá a lo largo de este siglo debido al cambio climático y a la sistemática destrucción de ecosistemas a la que con tanto afán contribuimos, como si no hubiera, precisamente, un mañana.

El documental se esfuerza por demostrar que el cambio de mentalidad ya ha empezado y que hay gente en todo el mundo luchando por revertir la situación. El ganador del César al Mejor Documental, financiado en parte gracias a una exitosa campaña de micromecenazgo, lleva 20 semanas en la cartelera francesa, donde ha logrado más de un millón de espectadores. Todo un fenómeno social que ha contribuido, en parte, a la movilización de muchos de los participantes en el movimiento Nuit Debout (junto con Merci Patron!, documental satírico sobre injusticias laborales en Francia). “Hay mucha gente que participa en estas movilizaciones que ha visto Mañana y que nos pide que la proyectemos en todas las ciudades donde hay ocupaciones de plazas y espacios públicos”, explica Dion, visiblemente cansado después de varios días de promoción, pero muy ilusionado por la repercusión de su película. “Vamos a proyectarlo en la Plaza de la República, ante varios miles de personas, para decir: es estupendo interesarse en la política y salir a la calle, pero ahora necesitamos tener un proyecto de futuro y ver cómo cada uno de nosotros podemos contribuir a este cambio”.

No todas sus esperanzas están puestas en este 15-M a la francesa, ni mucho menos. Él es más ambicioso. “No creo que el cambio pueda venir únicamente de algo así, porque vemos que crea diferencias en la sociedad. Hay gente que se asusta con esto o que no se siente identificada. Lo que hemos visto en las iniciativas que aparecen en el documental es que el cambio sucede en el momento en que los ciudadanos, los empresarios y los responsables políticos consiguen trabajar juntos, cuando se dan cuenta de que no pueden ganar unos contra otros”. ¿Ciencia ficción? Podría ser para los más escépticos, pero la humanidad, aún en mitad de las peores crisis, siempre se las apaña para encontrar resquicios para la esperanza. Mañana viene a ser una cura para la sobredosis de futuros apocalípticos, una herramienta pensada al milímetro para movilizar al descreído y enardecer al militante.

Las iniciativas de las que habla Dion abarcan los grandes temas a los que debemos hacer frente de manera urgente y coordinada, como si de un ecosistema se tratara: economía, educación, política, energía y agricultura. Los cineastas se embarcan en una road movie en la que ejercen de protagonistas y entrevistadores, visitando los huertos urbanos de Detroit, fundamentales para alimentar a la población después de la bancarrota de la ciudad, ciudades como Bristol, que han adoptado monedas complementarias para fomentar el comercio local, o una central geotérmica de Islandia, que aprovecha la energía renovable para calentar los hogares de Reikiavik.

Profesores finlandeses, agricultores franceses, el alcalde de un pequeño pueblo de La India, un basurero de San Francisco… Todos participan del cambio aplicando, ni más ni menos, el tan esquivo sentido común. Y aún así, algunos podrían percibir en la película un optimismo demasiado ingenuo. “No sé en qué puede ser ingenuo el mensaje de Mañana, porque todo lo que hemos filmado existe, funciona y está basado en datos científicos”, alega Dion. “Si ya no somos capaces de soñar, de imaginar un futuro mejor, estamos jodidos.”.

Mohammed Yunus, Premio Nobel de la Paz, nos decía que una de las cosas más poderosas del ser humano es su imaginación, que primero imaginamos que podíamos ir al espacio y el deseo que teníamos era tan fuerte que conseguimos los medios para llegar. Si ya no podemos suscitar ese deseo, el sistema capitalista ha ganado, ha conseguido matar todos nuestros anhelos y mantenernos delante de la televisión comiendo patatas fritas, trabajando todo el día en algo que no tiene sentido para nosotros, pero que nos da un salario para sobrevivir. Para mí eso no es un proyecto de vida”.

Mañana es una película filmada y montada para hacer pedagogía con los desafíos del presente y los retos del futuro, con una exposición clara y un ritmo muy cuidado para que nadie se pierda por el camino. La idea es intentar que todos los espectadores se sientan partícipes de ese “no todo está perdido todavía”. En el fondo, y en la forma, es una invitación a que cada uno, en la medida en que pueda, contribuya a cambiar las cosas. La última pregunta cae por su propio peso.

Al alcance de todos¿Podemos hacer algo para evitar el colapso del planeta? Un montón de cosas. En tu vida diaria puedes comer bio, local, menos carne y pescado, cambiar de proveedor de electricidad y elegir uno cooperativo basado en energías renovables, optar por comprar en comercios locales e independientes para dejar de dar cada vez más poder a las multinacionales, cambiar de banco poniendo tu dinero en bancos sociales que no tengan filiales en paraísos fiscales… Puedes elegir comprar menos, reciclar, reutilizar, reparar, compostar… Y en un sentido más amplio, y quizá la cosa más difícil de hacer pero la más poderosa, cambiar de oficio, o de manera de llevar a cabo tu profesión.

Mañana, si queremos cambiar toda la sociedad, necesitaremos nuevos agricultores, nuevos ingenieros, profesores, arquitectos, cocineros… debemos encontrar una manera de hacer que nuestro oficio respete a la naturaleza y que aporte soluciones a los problemas. Tenemos que ejercer una profesión que amemos profundamente y para la que tengamos talento. Y quizá esa será la mejor manera de hacer permacultura: que cada uno encuentre su sitio exacto para que todo el sistema funcione bien.

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